Mi padre, pensando que era muy difícil vivir de la pintura, me insta a estudiar publicidad, que parecía una de las profesiones más pujantes en la España de aquellos años, y empiezo a asistir a la
Encarnita Pacheco, a quien he mencionado más arriba, había ganado el título de Miss Maniquí de España y había desfilado varias veces en las pasarelas de Nueva York.